Gacela Veloz
y Águila Blanca
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En un
lugar del mundo, que solo conocía mi abuela, vivía la tribu india del “Clan del
Os Cavernario”. Eran diez familias en una cueva, cada una cuidaba de un fuego y
disponía de sus pieles y herramientas para cocinar, dormir y trabajar; vivían
de la tierra, del agua, de los cielos, de cazar animales y así lo habían hecho
en perfecta armonía desde los tiempos remotos que el sol salía al amanecer y la
luna iluminaba la noche estrellada.
Un día de
otoño, con las últimas hojas caídas y con un soplo de aire frío del norte, decía
mi abuela, saltaron todas las alarmas en el Clan del Oso Cavernario. El Gran Jefe,
León Estepario, convocó una reunión de urgencia alrededor del gran fuego
central para contar lo ocurrido: - ¡Oh, Bien amados espíritus del clan! ¡Hoy la
caverna se ha levantado sin provisiones, sin grano, sin carne, ni grasa para
pasar el invierno ¡han desaparecido! ¡Hay que averiguar quién ha robado la
comida! ¡Sospecho del oso bruno que merodea nuestros bosques!
Gacela Veloz
y Águila Blanca se miraron con los ojos rebosantes de alegría, una nueva
aventura se abría ante ellos. Levantaron sus plumas en señal de querer tomar la
palabra y León Estepario, el Gran Jefe, les hizo ademan de hablar. - ¡Oh, Gran Jefe!
Gacela Veloz y mi espíritu deseamos ayudar al clan. Con vuestro permiso y
confianza deseamos iniciar la búsqueda de respuestas, una investigación
detallada de qué puede haber ocurrido. Si es el oso el que ha asaltado la
despensa, volveremos con su cabeza.
Todos
sabían en el clan, y así se lo dijeron a mi abuela, que Gacela
Veloz y Águila Blanca eran de espíritu investigador y de gran valentía, así
que Gran Jefe les dio la libertad de empezar la búsqueda de respuestas.
La Mujer Medicina, Pacha Mama, la más ancianos
del clan, les ofreció la piedra del sol y la luna, un amuleto que les ayudaría a
saber si las respuestas halladas eran ciertas o falsas, según brillara como el
sol u oscureciera como la luna nueva. El viaje empezó bien temprano, Águila
Blanca tomó su arco y sus flechas y Gacela Blanca, su lanza; él agarró un saco
de piel de nutria para recolectar algo de fruta para el camino y ella, un
recipiente hecho de intestino de búfalo para tomar agua del río. Se adentraron
en el bosque espeso en busca del oso bruno, siguiendo las pisadas lo localizaron
en su cueva durmiendo. – ¡Oh, espíritu Oso bruno! ¿ Cómo
osaste entrar en la cueva del clan para robar nuestra comida? Y oso bruno respondió
a tal acusación. - ¡Oh, espíritus humanos! No soy yo quien ha vaciado vuestra despensa,
sólo tomé un trozo de carne y un poco de miel para poder pasar el invierno con
mi cría, no queda nada en el bosque con que alimentar. Yo vi una leona de
las nieves entrando en la cueva del Clan del Oso Cavernario. Gacela
Veloz y Águila Blanca sacaron la piedra del sol y la luna para averiguar si su
respuesta era cierta y la piedra brillaba como el sol en la mañana. ¡El oso
decía la verdad! Habría que ir hacia el norte en busca de los leones de las
nieves para encontrar una respuesta, abrigados con sus pieles y un par de
manzanas en la panza empezaron a andar. Bajo un abeto
la encontraron. - ¡Oh, espíritu leona de las nieves! ¿ Cómo osaste entrar en la
cueva del clan para robar toda nuestra comida? Y leona de las nieves respondió
a tal acusación. - ¡Oh, espíritus humanos! No soy yo quien ha vaciado vuestra despensa,
sólo tomé un trozo de carne y un poco de grasa para poder pasar el invierno con
mi cría ya que no queda nada en las montañas del norte con que poderla
alimentar. Yo vi un ciervo del sur entrando en la cueva del Clan del Oso
Cavernario. Gacela Veloz y Águila Blanca, no se lo podían creer, pero la
piedra sol y luna brillaba como el sol. Decía la verdad. Y como auténticos guerreros
salieron hacia el sur contra viento y marea hasta la estepa del sur y allí
asaltaron al ciervo: – ¡Oh, espíritu ciervo
del sur! ¿ Cómo osaste entrar en la cueva del clan para robar toda nuestra
comida? Y ciervo del sur respondió a tal acusación. - ¡Oh, espíritus humanos!
No soy yo quien ha vaciado vuestra despensa, sólo tomé un poco de grano y pasto
para poder pasar el invierno con mi cría ya que no queda nada en el bosque con
que poderla alimentar. Yo vi diferentes animales entrando en la cueva del Clan del
Oso Cavernario, un búfalo del este, una loba del valle, un mapache de las
colinas, aves de los cielos y un sinfín de criaturas hambrientas.
Gacela Veloz y Águila Blanca estaban
seguros de que la piedra estaría oscura como una noche sin luna, pero no fue
así, la piedra brillaba. Decepcionados con sus respuestas y un poco avergonzados
por no llevar frente al Gran Jefe un culpable, volvieron a la cueva del clan. El
gran sabio de la tribu, Lobo Viejo, los llamó y ellos acudieron a su encuentro,
seguro que él los podría ayudar. Le contaron todo lo sucedido y el sonrió levemente.
- ¡Oh, espíritus jóvenes, delante de vuestras narices tenéis la respuesta! Claro
está, si todas las criaturas de norte a sur y del este al oeste tomaron comida
de nuestra despensa por estar hambrientas, somos nosotros quien tomamos
demasiado, cazamos demasiado y les dejamos sin nada. La piedra del sol y la
luna brillaba como nunca, habían encontrado la gran respuesta. El Clan del Oso Cavernario
se comprometió a cazar y a recolectar solo lo necesario y dejar a los animales
comida suficiente para alimentar a su manada. Y Gacela Veloz y Águila Blanca
fueron alabados como auténticos héroes del clan. Esta historia os la cuento
como me lo contó a mí mi abuela, Gacela Veloz.
Autota: Mariona Mercader
Descripción del proceso creativo:
Este cuento está inspirado en la serie de novelas “Los
hijos de la tierra” de Jean M. Aulen. He querido hacer un cuento, para no ser leído
sino contado como narradora, para hacerlo personal y cercano contándolo como si
me lo hubiera contado mi abuela. Quería acercara al mundo de los nativos
americanos, cultura y tradición que me fascina a los niños y niñas para
transmitir valores universales y poder hablar, reflexionar y co-crear sobre ellos.
Quería también que el cuento brindara un sinfín de posibilidades: inventarse
personajes del clan jugando con palabras de animales, colores, fenómenos, adjetivos
o poner a volar su imaginación. Proponer hacer el viaje de los protagonistas más
largo, visitando más animales y diferentes lugares (por esto, he repetido y
reiterado una estructura de pregunta-respuesta de los protagonistas y los
animales). Qué diera lugar a preguntas-respuesta creativas. Hasta se podría
representar teatralmente. También se podría trabajar integrado a un proyecto:
los fenómenos naturales, los alimentos, los animales, las estaciones, etc.
A la hora de escoger los protagonistas lo he tenido claro,
quería dos héroes que fueran a priori ambivalentes, que en la mente de los
niños y niñas pudieran ser tanto femeninos como masculinos y escoger sus
nombres sin seguir estereotipos con posible error creativo; Mujer Medicina, Gacela
veloz....
Cuando ha llegado el momento de crear a los actantes he
querido transgredir un poco las reglas. Primero, no he querido que existiera persona
ni objeto deseado, sino focalizarme en el deseo de dar respuestas, aunque
pudiera parecer que es el oso. Tampoco hay un villano claro ni falso héroe, pero
podríamos deducir que son los animales, pero también los espíritus humanos del
clan al final. Sí he mantenido un donante y un ayudante porque rigen valores y
emociones positivas de ayuda, colaboración, sabiduría, etc. El mandador puede
parecer el Gran Jefe del clan, pero para mí es la conciencia y el propio espíritu
investigador de los protagonistas.
Referente al esquema de funciones de Pprop, puedo decir,
que me ha funcionado muy bien para ir escribiendo y estructurando el cuento, saltándome
el combate porque la moraleja no lo necesitaba y haciendo un reconocimiento de
los errores de los héroes y reforzando el del compromiso.
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