“Todos
poseemos un talento, todos tenemos la capacidad de ser creativos; y la mayoría
vivimos sin saberlo, convencidos muchas veces de que el creativo es aquel que
sabe componer melodías, o escribir una poesía”.
Fragmento del programa Redes, número 89, dedicado a Los
secretos de la creatividad, emitido en TVE en marzo de 2011.
Reflexión y análisis:
El visionado de Los secretos de la actividad y la
lectura del artículo ¡Salvemos a la creatividad!, me han puesto de manifiesto
el error que tenemos como sociedad de confundir inteligencia con coeficiente
intelectual, satisfaciendo así, la idea de la ilustración de educar para
definir a los profesionales delante al trabajo que debían realizar
(industrialización). Después de los avances científicos realizados acerca de
qué es la inteligencia y su funcionamiento (capacidad de flexibilidad,
capacidad de representación mental y complejidad), han descubierto que no es un
atributo exclusivo del ser humano y que puede ser trabajada. (Ken Robinson,
artículo Salvemos a la Creatividad).
Por tanto, es la misma sociedad la que ha estado
constantemente creando, por esta capacidad de representación mental (inteligencia),
de imaginar, inventar, soñar…el mundo con los problemas que existen y con la
posibilidad de soluciones. ¿Es entonces la creatividad un reto al que se
enfrenta la educación?, ¿es des de las aulas donde hay que poder regenerar y
poner la imaginación a trabajar al servicio de solucionar los problemas en el mundo?
Definitivamente y rotundamente sí. Hay que crear el
espacio en las aulas para poner en marcha la creatividad, como poder de
solución, y el autoconocimiento necesario para poner a los alumnos al servicio
de su elemento y pasión. Una educación al servicio de la vida, de la energía
que mueve a los alumnos a conocerse, a observar cual es la chispa que le hace
sentir feliz, que no le puedes desvincular, que da sentido a lo que hace, que
se le da bien de manera natural…
¿Cómo podemos generar y desarrollar la creatividad
en las aulas y a los alumnos? Conocer las posibilidades de uso de la
creatividad y cómo motivarla en la educación pasa por entender las siguientes
fases de desarrollo (Ken Robinson):
1-
Hay que
escoger el elemento: dominio o talento, es la actividad física y mental que
absorbe por dentro el ánima de quien lo practica. Es donde nos encontramos bien
(como pez en el agua).
2-
Encontrar
la pasión: aquello que te carga las pilas, el motor que mueve nuestra vida y
nos da seguridad en nosotros mismos. La energía como chispa de vida que te hace
sentir que la vida tiene significado.
3-
Tomar
control: generar el proceso práctico. La creatividad hay que trabajarla,
entenderla y controlarla; ya sea una técnica, una sabiduría, unas
herramientas…Así aportar a las ideas originales el valor, dominar la técnica
con esfuerzo.
4-
Arriesgar:
cuando se toma el riesgo, es el momento de creación, de probar, de cometer
errores, de explorar con tus hipótesis…de volver a comenzar.
Para poder conocer las posibilidades, me parecía
importante comentar el desarrollo que Ken Robinson hace de la creatividad, ya
que no es solo una idea original el hecho de ser creativo, sino de todo un
proceso de búsqueda y autoconocimiento, práctica, esfuerzo y riesgo que se pone
en juego. ¿Y no es en las aulas un buen espacio para a través de propuestas y
juegos empezar con el proceso de búsqueda de los talentos?, ¿No es en educación
infantil un buen momento de exploración, curiosidad y alegría para poner en
marcha procesos creativos que conecten con sus significados más internos?
Definitivamente y profundamente sí. Como bien se
entiende la palabra educare; sacar de
dentro, apuntando sacar del alumno lo mejor que lleva dentro: su talento. Y que
sea su propia pasión y significado que mueva su vida. Es verdad que son las
aulas (o tendrían que ser) un lugar de práctica (de técnicas, herramientas,
saberes…) de ensayo-error, de exploración, de caos y orden para poder sacar
para afuera y perfeccionar toda singularidad y autenticidad que todos nuestros
alumnos poseen.
Así la figura del educador pasaría por proponer
retos que generen motivación, una motivación que va acompañando todas las fases
de su desarrollo. Profesores que al observar en profundidad se dan cuenta
cuando la energía de la clase o de un solo niño/a baja, y le propone un reto
diferente, una conexión, una mirada atenta.
Las dinámicas de la clase también deben ser
orgánicas al proceso de motivación y creatividad, deben conectar des del minuto
uno con los corazones (significados) de los alumnos, deben estar ideadas para
que con un solo vistazo llame la atención y ponga la pasión en marcha: ¡tengo
ganas de descubrir qué pasará! ¡qué hay que hacer profe! Seguidamente hay que
entrar en la fase de práctica y riesgo con una actitud positiva para combatir
los prejuicios que pueda generar el error, motivando a que cada cual encuentre
la solución que va con él/ella y valorar lo enriquecedor que es ver todos los
resultados diferentes.
Es por eso, que la educación en las aulas debe ser
pensada como un laboratorio, un taller donde uno más uno no tenga que ser
siempre dos. Donde el formato todos hacemos lo mismo, de la misma manera y con
el mismo resultado este caduco. Clases pensadas para crear retos abiertos con
posibilidades diferentes, actividades que requieran la manipulación de
diferentes materiales y herramientas, conocimientos que tocaran diferentes
inteligencias (teoría de las inteligencias múltiples, Gardner) para que cada
uno encuentre su manera de ser creativo y resolutivo con su vida.
¿Las personas son creativas por naturaleza o tienen
que elegir serlo? Le pregunta Eduard Punset a Ken Robinson. Yo no sé la
respuesta concreta, pero lo que tengo claro es que la educación debería dar la
oportunidad de que los niños lo descubriesen por ellos mismos.
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